18 sept 2013

¿La corrupción también es Marca España?

Saludos Bloguer@s
 
En los últimos meses hemos oído muchas voces que claman la dimisión de Rajoy y otros representantes políticos de turno. Y yo me pregunto: "¿Es efectivo pedir continuamente la dimisión de los políticos? ¿Y después qué? ¿A quién ponemos o elegimos de Presidente para que arregle esto?"

Creo, sin lugar, a dudas, que Rajoy y todos los demás corruptos de este país sean del signo político que sean deben asumir sus responsabilidades y pagar por lo que han hecho. Pero, no creo que eso acabe con la corrupción.

El fenómeno de la corrupción sobrepasa el ámbito político, ya que la hallamos en todas la épocas, en todas las sociedades y en todas la culturas. Pero, si bien, no es algo exclusivo de nuestro país, sí que es bastante característico. Quizás haya países peores, pero también los hay mucho más honrados. Valga como ejemplo, nuestra querida Alemania, en la que la economía sumergida alcanza sus niveles más bajos desde 1995 mientras que la nuestra sigue creciendo. No me extraña que los miembros de nuestra Agencia Tributaria sean de los más cualificados del mundo y es que, desde luego, para alcanzar al ladrón, tienen que ser más listos que él.

En primer lugar, la corrupción en España es una tradición. Desde El Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, sabemos que la corrupción es una de nuestras más arraigadas costumbres. La corrupción es, pues, «un signo identitario del pueblo español».

Así que, una vez declarada la corrupción de interés cultural, turístico y patriótico, veamos en que se materializa, en estos tiempos, esa Marca España: los ladrillos del litoral que han edificado millonarias fortunas particulares, los vertederos de basuras y escombros por doquier, las subvenciones fantasma, eventos con comisiones dudosas, el blanqueo de dinero negro o las administraciones de lotería donde se compran boletos premiados para eludir impuestos. Y, por supuesto, todos los delitos que estas actividades conllevan: cohecho, prevaricación, soborno, tráfico de influencias, fraude fiscal, etc. Y, como culmen, economía sumergida, cobrar facturas sin IVA y otras menudencias que detraen para el bien común casi el 25% de los ingresos del Estado.

Es, en mi opinión, la cultura del "choriceo español". No es un mito, existe de verdad. En cualquier pueblo español, el más listo es aquel que más defrauda a Hacienda y más recibe de ella. Las prácticas habituales són declarar pérdidas si soy autónomo y he obtenido ganancias; cobrar el subsidio agrario o el subsidio por desempleo y realizar actividades bajo cuerda que se cobran en dinero negro; afiliarse a un partido político para poder obtener un puesto de trabajo sin mérito alguno, por mero "enchufismo" y un largo etcétera que llenaría pagínas y páginas.

Por eso, mi conclusión es que o cambiamos la cultura de este país o la corrupción seguirá perenne en nuestra sociedad. Porque ahora quitaremos a todo el clan de los sobres y de los ERES del medio, pero muchos de aquellos que hoy forman las juventudes o nuevas generaciones políticas de nuestro país, serán los próximos corruptos del mañana.

Sí, ya sé, es difícil conseguirlo.Yo tenía la esperanza de que esta crisis nos hiciera replantearnos nuestros valores, ser mas solidarios con nuestros vecinos y por tanto no pensar siempre en sacarle lo máximo a la Hacienda Pública, porque sí, señores, "Hacienda somos todos", pero parece que esa lección todavía no ha llegado a nuestras escuelas.


Silvia Eliche Ramos

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