25 ene 2016

Estimados académicos de la RAE


Debido a las actuales circunstancias y tras revisar la escueta definición que nos ofrece su excelso diccionario de la palabra pactar, me permito la osadía de recomendarles 4 nuevas definiciones:

Pactar como una continuación de lo ya visto

Esta definición, apoyada por nuestro flemático presidente en funciones se refleja en su necesidad de un gran pacto como la única forma posible que le pueda mantener en el poder. Pactar en este caso no es sino un salvavidas a quién lleva tiempo ahogándose, un balón de oxígeno que difícilmente sirva para algo más que ganar tiempo. 

Me sorprende como muchos se escandalizan de esa filosofía presidencial del "dios proveerá" cuando está a sido la legislatura del patadón a seguir. Se han tomado medidas sin calibrar sus consecuencias y los problemas se han dejado macerar hasta que se han aburrido y han desaparecido (algunos, porque los más resistentes aún perviven), por lo que cabe pensar que un pacto no sea más que eso, un intento de que el problema de hoy se convierta en un problema de los diputados del futuro.

Pactar como autodestrucción

Para otros sin embargo, pactar (con unos, con otros o con ninguno) aparenta ser el principio del fin. Si el pacto se produce con la derecha un gran número de votantes (tradicionales o no tanto) sentirán roto un histórico compromiso de "lucha de clases" contra la derecha que seguramente no perdonen jamás. Si por el contrario apuesta por el denominado pacto de izquierdas ya se ha visto como un buen número de mandamases (literariamente denominados barones) se oponen y puede que algunos de los militantes más puristas con las esencias; lo que da que pensar si es realmente un escenario viable. Por último queda la opción de que no exista pacto, de una nueva convocatoria electoral, que demoscopicamente aparte, parece llevar aparejado una sustancial bajada de votos. Por todo ello me queda preguntarme si en vez de la mejor opción para los ciudadanos, se optará por la menos mala para los partidos.

Pactar para imponer

Fijese el lector que nuestra sabía Real Academia define pactar como "contemporizar con los sometidos a una autoridad" y parece que es una acepción que ha sido abandonada. Pactar lleva implícitamente ceder y renunciar a algún aspecto, con un fin superior más elevado y deseable. No obstante el día siguiente de las elecciones asistimos al día que yo denomino como "líneas rojas", estableciendo aspectos innegociables en vez de destacar los puntos comunes que servirían de pilares para la construcción de un acuerdo. Por todo ello me da que pensar si lo que verdaderamente se pretende es llegar a un consenso o meramente lanzar ideas-fuerza para reafirmar un mensaje electoral de cara a la opinión pública.

Pactar como forma de sobrevivir

Por último tenemos el caso del pacto que sólo sirve como única via de escape, como la única manera de proteger lo conseguido hasta ahora y no caer en desgracia. Y en esta acepción tenemos desde partidos históricos con mínima representación parlamentaria, a nuevos partidos aterrados con una nueva convocatoria electoral o simplemente candidatos cuya peor oposición está dentro de sus filas presta a cobrarse la pieza al mínimo error.

Que duda cabe, señores académicos, que la lengua cambia y una palabra cuya semántica parecía consolidada ha sufrido una auténtica "revolución lingüística" en pocos días. Pactar adquiere un nuevo significado, aunque aún no sabemos si las palabras se las llevará el viento o verdaderamente el pacto ha llegado para quedarse.

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