1 feb 2016

Estimado Primer Ministro de Dinamarca

Me permito el lujo de escribirle desde España, ese pais del sur que a veces da tantos problemas a la Unión Europea y que desde luego no tiene la solera y el prestigio de ser una democracia consolidada como la de ustedes.


Reitero mi osadía para exponerle la indignación, no solo mía sino la de otros conciudadanos europeos al enterarnos esta semana que su parlamento ha aprobado esta semana una ley que permite la confiscación de bienes a los refugiados y solicitantes de asilo en todo aquello que supere los 1.340 euros. No pretendo cuestionar su legalidad, ni siquiera la voluntad de la ley, sino que pretendo hacerle reflexionar sobre la máxima de si "el fin justifica los medios."

Estimado señor, Europa a pesar de ser considerada como el viejo continente, no es más que una joven unión de naciones, tan joven que aún no han pasado los siglos suficientes para olvidar el horror de las grandes guerras que asolaron nuestro territorio (de la última, la de los Balcanes, hasta yo que era un niño la recuerdo en los telediarios). 

Es por eso que nuestra imaginación rápidamente se haya trasladado a lo que un día sucedió y nunca debió hacerlo, a como miles de familias que ya sufrían demasiado se les arrebató lo que tenían y lo que es peor, a como sufrieron el desprecio de los que se consideraban sus vecinos.

La aprobación de esta ley creo que no es solo fracaso de Dinamarca, sino fracaso de toda la Unión Europea. Por desgracia esta noticia no viene sola, ya que hay que contextualizarla en el marco de la paulatina desaparición del Espacio Shenguen, una de las joyas de la corona que la Unión había conseguido, y que en el caso de desaparecer hará desaparecer a la Unión Europea en sí. Todos los países hemos sido incapaces (como en otras muchas ocasiones) de dar una respuesta común a  un problema común, y en vez de dar soluciones criminalizamos a las víctimas.

Lo que tal vez me sorprenda más, he de decírselo, no es que partidos como el Conservador o el Popular Danés le hayan apoyado, sino que hasta la socialdemocracia danesa lo haya hecho, lo que me lleva a cuestionar no sólo el rumbo que toma la Unión Europea, que ya hemos visto que ni está ni se le espera, sino también uno de los emblemáticos partidos de la Internacional Socialista, del que siempre uno cree que será garante de las libertades y los Derechos Humanos.

España no es el ejemplo de nada ni de nadie. Aquí sólo hemos acogido a 16 de los miles de refugiados que  nos comprometimos a asilar, nuestras vallas con concertinas avergüenzan a propios y extraños y desde luego nuestro modelo de integración dista mucho de ser ejemplar. Quiero creer que nuestros gobernantes, del partido que sean, no solo jamás caerán en la baja tentación de tomar el camino fácil que ustedes han decidido, sino que emplearán todas las armas (entiéndase, políticas y diplomáticas) en conseguir que el dislate aprobado por su parlamento jamás se lleve a cabo. Sinceramente así lo espero. 

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