22 feb 2016

Estimado Alberto Garzón (@agarzon)

Comienzan hoy las negociaciones de los partidos de izquierdas auspiciadas bajo su insistencia, a modo de "pacificador" de la izquierda que intenta resolver un problema que, lejos de ser reciente, se arrastra desde hace decenios.
 
Y es que es una sensación extendida la consideración de que la izquierda casi siempre se presenta dividida y fragmentada, empecinada en recalcar sus diferencias en vez de potenciar lo muchísimo que le suele unir. Hoy hablarán de Cataluña, de reformas federales, del CNI o de ministerios; mientras que hoy debería ser el día en el que se acordara la derogación de la LOMCE o las últimas reformas laborales, el grueso de medidas de emergencia social defendidas por todos los asistentes a la reunión, así como la tan consabida reforma fiscal. Una vez más, como viene pasando desde inicios del siglo XX, la izquierda vuelve a sentarse para ver si acuerdan sobre el 99% en lo que están de acuerdo o se pelean por el 1% en el que discrepan.
 
Como bien suele decir usted, si fuera por Twitter sería presidente del Gobierno, y es que si fuera Rey le conoceríamos como Alberto I El pacificador. Ha conseguido crearse una imagen de yerno perfecto que toda madre querría para su hija, muy alejado del perfil incisivo que tienen el resto de cabezas de partido y que es una especie de rara avis en nuestro panorama. Sin embargo, le agradezco que esté. Le agradezco que ponga algo de cordura en este debate y que coja de las orejas, a modo de abuela de las de antes, a "Pedrito" y "Pablito" para que hagan las paces y se den un besito de amistad.
 
Por desgracia, en estos tiempos de titulares sea cual sea el resultado, usted va a salir perdiendo. Si no hay acuerdo, esta amenazado por sus propios compañeros de partido, deseosos de descabalgarle del caballo, entre acusaciones de podemita o personalista. Por otro lado, si las negociaciones llegan a buen puerto el mérito se lo llevaran otros, posiblemente sea un mero comparsa de los dos partidos mayoritarios y con suerte le darán algún ministerio irrelevante. Es por ello que mi agradecimiento es doble, uno por la labor de mediación, y otro por la más que probable inmolación que supondría un pacto entre PSOE y Podemos; lo que me lleva a pensar que en estos tiempos en los que todos hablan del "espíritu de la Transición", el único que no habla de él es quien mejor lo representa.

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