Le escribo Pedro J., o como decimos ahora los twiteros
@pedroj_ramirez, en relación a una noticia que he leído en su periódico en la que
informa que la expareja del Concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata ha sido
contratada por 50.000, añadiendo a la información que durante dicha relación se
produjo un aborto. Dicha noticia, a pesar del impacto del afectado y de alguna
otra mención de personalidades, no ha tenido el eco mediático que a mi juicio
debería; y eco mediático no por el contenido de la información, sino por la
manera de ofrecerla.
Quiero empezar diciéndole que a pesar de que ideológicamente
pueda tener enormes distancias con usted, me parece uno de los
mejores periodistas que este país ha dado. De sus manos han salido las
principales investigaciones y noticias del último medio siglo, así como ha
tenido la valentía de encabezar dos medios Diario 16 y El Mundo
que son referencias periodísticas. Y ahora, pudiendo sentar la cabeza y acomodarse como
tertuliano como hacen muchos, ha preferido iniciar una nueva andadura en el
periódico El Español. Motivos por los cuales sus lectores, entre los que
esporádicamente me encuentro, esperamos de usted cierto rigor.
Me parece deleznable por dos motivos: el primero porque no
han sido capaces de filtrar correctamente la información, separar el trigo de
la paja, y diferenciar la información pública y política como es la
contratación de una expareja (que es sin duda de dominio público y que a mucho
nos puede interesar) con algo tan íntimo y personal como la decisión de abortar
por el motivo que sea, reduciéndose a la esfera más privada de la vida de una
pareja. Me preocupa porque convierte la crónica política en una especie de
semanario rosa que se aleja mucho de lo que a mi juicio el periodismo debe ser.
El segundo sin duda es el mal que achaca a este país cada
vez más, y es la incapacidad de reconocer el error propio. Los españoles (y en
este caso el Diario El Español) somos incapaces de pedir perdón, reconocer un
error y rectificar. Como una suerte de avestruz, nos enrocamos en nuestra
postura, la única que consideramos válida, y por supuesto jamás la abandonamos.
¿Tan difícil habría sido eliminar o modificar el contenido de la noticia? ¿Tan
difícil es reconocer que nunca se debió mezclar una contratación pública (y
publicada) con un aborto de hace años?
Es cierto que el texto no es suyo sino del que firma la
información, Alberto Lardies, pero qué duda cabe que el responsable de lo
publicado es usted en calidad de director. Su obligación primera era que dicho
texto jamás hubiera sido publicado; pero una vez cometido el error (que puede
entenderse como humanos que somos) su obligación era haberlo eliminado
inmediatamente, no que, a fecha de esta misiva, sigue apareciendo en su web.

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