15 feb 2016

Estimado Pedro J. Ramírez

Le escribo Pedro J., o como decimos ahora los twiteros @pedroj_ramirez, en relación a una noticia que he leído en su periódico en la que informa que la expareja del Concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata ha sido contratada por 50.000, añadiendo a la información que durante dicha relación se produjo un aborto. Dicha noticia, a pesar del impacto del afectado y de alguna otra mención de personalidades, no ha tenido el eco mediático que a mi juicio debería; y eco mediático no por el contenido de la información, sino por la manera de ofrecerla.

Quiero empezar diciéndole que a pesar de que ideológicamente pueda tener enormes distancias con usted, me parece uno de los mejores periodistas que este país ha dado. De sus manos han salido las principales investigaciones y noticias del último medio siglo, así como ha tenido la valentía de encabezar dos medios Diario 16 y El Mundo que son referencias periodísticas. Y ahora, pudiendo sentar la cabeza y acomodarse como tertuliano como hacen muchos, ha preferido iniciar una nueva andadura en el periódico El Español. Motivos por los cuales sus lectores, entre los que esporádicamente me encuentro, esperamos de usted cierto rigor.

Me parece deleznable por dos motivos: el primero porque no han sido capaces de filtrar correctamente la información, separar el trigo de la paja, y diferenciar la información pública y política como es la contratación de una expareja (que es sin duda de dominio público y que a mucho nos puede interesar) con algo tan íntimo y personal como la decisión de abortar por el motivo que sea, reduciéndose a la esfera más privada de la vida de una pareja. Me preocupa porque convierte la crónica política en una especie de semanario rosa que se aleja mucho de lo que a mi juicio el periodismo debe ser.

El segundo sin duda es el mal que achaca a este país cada vez más, y es la incapacidad de reconocer el error propio. Los españoles (y en este caso el Diario El Español) somos incapaces de pedir perdón, reconocer un error y rectificar. Como una suerte de avestruz, nos enrocamos en nuestra postura, la única que consideramos válida, y por supuesto jamás la abandonamos. ¿Tan difícil habría sido eliminar o modificar el contenido de la noticia? ¿Tan difícil es reconocer que nunca se debió mezclar una contratación pública (y publicada) con un aborto de hace años?

Es cierto que el texto no es suyo sino del que firma la información, Alberto Lardies, pero qué duda cabe que el responsable de lo publicado es usted en calidad de director. Su obligación primera era que dicho texto jamás hubiera sido publicado; pero una vez cometido el error (que puede entenderse como humanos que somos) su obligación era haberlo eliminado inmediatamente, no que, a fecha de esta misiva, sigue apareciendo en su web.

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