9 may 2016

Estimados José Manuel, Ángel y Antonio

Gracias. Gracias por demostrarnos tantas cosas y sobre todo por sacarnos del sopor de las elecciones y recordarnos que la guerra en Siria no ha terminado, que siguen habiendo secuestros y que los refugiados siguen llegando.

Sobre todo gracias por mantener viva una profesión, la de periodista, que lejos de ser necesaria, muchos consideramos imprescindible. Pero la del periodista de verdad, la del freelance que coge su cámara/portátil/libreta, se gasta su propio dinero en irse a una zona de conflicto donde lo más probable es que reciba un tiro o lo secuestren, y cobre una miseria por cada artículo que logre mandar a España. Y un dato: en el último Informe de Reporteros Sin Fronteras se indica que el pasado año murieron 63 periodistas en el mundo y 155 más encarcelados (cifras que aumentan si incluimos a colaboradores o internautas).


Lo irónico de la cuestión es que el castellano, la rica y prolija lengua de Cervantes, usa la misma palabra (periodista) para estos héroes que se juegan la vida con una serie de personajes (me ahorro el calificativo que me viene a la mente) que se pasean por tertulias políticas y de ¿prensa? rosa. Más indecente aún es que se nombre periodistas a los directores de medios de comunicación, alineados bochornosamente con los grandes poderes fácticos de nuestro país, los cuales se olvidan a diario de las más elementales normas de deontología y obtienen sus beneficios de exprimir al máximo a los freelance.

Así que gracias. Gracias a los que están en Siria contándonos su día a día. Gracias a los que nos habéis concienciado de la llegada masiva de refugiados a Europa. Gracias a los que estáis en Somalia, Eritrea o Etiopía; países de extremo riesgo para ejercer la profesión. En general, gracias por darnos información, no espectáculo.

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